Por Antonio Rossi
La radiografía de los subsidios girados por el Gobierno nacional durante el primer semestre del año a los servicios de agua, energía eléctrica, gas y transporte muestra una doble cara económica.
Si bien la reducción en los montos transferidos no llegó a alcanzar los parámetros máximos acordados con el FMI, el impacto de los ajustes tarifarios que comenzaron a regir desde agosto de 2002 se hizo sentir de manera diferenciada en los bolsillos de los usuarios residenciales.
En tanto, el cotejo de lo que pasó en los cuatro servicios deja al descubierto que hasta ahora la mayor parte de la poda de subsidios tuvo lugar en los sectores energéticos y en la empresa AySA, mientras que en el rubro transporte el recorte de los aportes estatales viene a paso más lento.
Al analizar los números y datos correspondientes a la primera mitad del año, el último trabajo del Observatorio de Tarifas y Subsidios IIEP (UBA-CONICET) puso sobre el tapete que, comparado con igual período de 2022, las transferencias a esos servicios registraron un aumento nominal del 75,3% que implica una caída en términos reales del 17,3%.
Subsidios: la situación, servicio por servicio
Desagregado por servicio, AySA tuvo una baja real de 17,4% mientras que en luz y gas, la caída real llegó al 20,1%. En cambio, por el lado del transporte automotor y ferroviario los subsidios acumulados entre enero y junio registraron una suba real del 8% frente a igual período del año pasado.
En el caso específico del rubro transporte, el informe del Observatorio de Tarifas y Subsidios del IIEP sobre lo ocurrido en el primer semestre destacó los siguientes puntos:
Exceptuando las transferencias a Aerolíneas Argentinas, los subsidios a las líneas de colectivos y trenes metropolitanos alcanzaron un total acumulado de $341.986 millones acumulados con un crecimiento nominal del 123% y real del 8% frente a los números de similar período de 2022.
Prácticamente la mitad de esos giros correspondieron al Fondo Fiduciario del Sistema de Infraestructura del Transporte (FFSIT) que cubre las diferencias entre costos e ingresos del transporte automotor. Registraron una suba nominal del 133,4% que equivale a un incremento en términos reales del 15,2%.
En enero de 2023, la tarifa pagada por los usuarios alcanzó a cubrir solo el 11% del costo real del servicio. Tras los aumentos que se vienen aplicando desde marzo, en agosto se espera llegar a una cobertura del 17% del costo operativo promedio de las líneas de colectivos del AMBA.
Por el lado de los servicios ferroviarios, en los primeros seis meses de 2023 la operadora estatal de los trenes metropolitanos (SOFSE) demandó nominalmente 113,5% más de subsidios que en igual lapso de 2022, lo cual implicó una variación real del 1,5%.
Qué pasó con los subsidios energéticos
En lo que respecta al panorama de los subsidios energéticos, el análisis del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) resaltó las siguientes aristas:
Las transferencias devengadas por ENARSA aumentaron 183,6% en términos nominales y 40,8% en la medición real debido, básicamente, a la compra anticipada de barcos de GNL.
Por su parte, la CAMMESA recibió una partida acumulada que fue solo 23,1% mayor que la del primer semestre de 2022 que representó en términos reales una caída del 43,2%.
Con relación a este punto, las empresas y analistas del sector eléctrico advierten que si bien los aumentos tarifarios de los últimos meses ayudaron a bajar sus requerimientos de fondos a Economía, la CAMMESA viene arrastrando desde principios de año un marcado retraso en los pagos de las facturas a los generadores y transportistas. Las facturas que abonaba tradicionalmente a 30 y 45 días ahora se están cancelando en forma parcial y con una demora que oscila entre 120 y 150 días.
Dentro de las transferencias energéticas, la que registró el mayor salto nominal fue la de los pagos a las petroleras del Plan Gas.Ar: creció 323% anotando una suba real del 109,4%.
El impacto en los aumentos de las tarifas
En tanto, al evaluar los alcances y el impacto de los aumentos tarifarios aplicados en la primera parte del año en las facturas de luz y gas, el informe del Observatorio del IIEP puso de relieve los siguientes aspectos:
Entre agosto de 2022 -momento en que se hace cargo del ministerio de Economía, Sergio Massa- y junio de 2023 hubo una recomposición real del 209% en la tarifa eléctrica de un usuario N1 de altos ingresos. En cambio, por el mantenimiento de distintos niveles de subsidios, las facturas promedio de los hogares N2 (bajos ingresos) y N3 (usuarios de ingresos medios) cayeron en términos reales 16% y 6% respectivamente.
En el caso del gas, se observa una dinámica similar. Entre enero de 2019 y febrero de 2023, la tarifa residencial para un consumo promedio se redujo 46% en términos reales. A partir de entonces y hasta junio de 2023, hubo una recomposición real del 14% en el caso de un usuario de altos ingresos, mientras los niveles N 2 y N 3 registraron caídas en términos reales de 28% y 18%.
En junio de 2023, los precios de la energía pagados por los usuarios N1 cubrieron el 100% del costo del servicio, mientras que en el caso de los N2 llegó apenas al 14% y en los N3, al 18%.
Por el lado del servicio gasífero, el precio del gas abonado por los N1 representó el 53% del costo total de abastecimiento; el 16% en el caso de los N 2 y el 20% en los hogares N 3.
En junio, el "gasto energético" que implican las boletas de luz y gas representó para un hogar N1 el equivalente al 5,3% de su ingreso salarial promedio. Para los N2, ese gasto alcanzó al 1,8% del promedio salarial, mientras que en el caso de los N3 llegó al 2,1%.
Según la proyección del IIEP, durante el pico de consumo invernal, el peso de los servicios energéticos impactará de otra manera sobre los hogares. Para los de bajos ingresos (N2) trepará al 7,4% del promedio salarial. Para los sectores medios (N3) será del 3,1%, mientras que para los usuarios residenciales de alto poder adquisitivo ese "gasto energético" bajará al 2,2% del ingreso salarial promedio de ese sector.
Fuente: iProfesional