Por Antonio Rossi
Tras el marcado cortocircuito interno registrado la semana pasada cuando el titular de Energía, Darío Martínez responsabilizó al ministro de Economía, Martín Guzmán por un posible descalabro energético derivado de la falta de fondos, el Gobierno salió ahora a contratar la primera tanda de cargamentos de GNL (gas natural licuado) para los meses de bajas temperaturas con una doble incógnita a cuestas.
Por un lado, con qué niveles de precios finales se encontrará en un momento de alta volatilidad del mercado internacional. Y, por otro lado, hasta dónde puede dar por seguro que va a contar con los suministros contratados ante los cambios de destino que los proveedores disponen sobre la marcha y a última hora para aprovechar los valores más altos que se están abonando en los países europeos y asiáticos.
Por medio de la empresa estatal IEASA, la administración de Alberto Fernández llamó a licitación para adquirir seis barcos de GNL para la terminal regasificadora de Escobar y otros tres cargamentos para la planta de Bahía Blanca que se deberán entregar a partir de mediados de mayo.
Consumo de gas: cuánto se necesita el GNL
Para este año, las proyecciones oficiales indican que el país deberá comprar un paquete total de 70 cargas de GNL para poder garantizar el abastecimiento residencial e industrial que no se alcanza a cubrir con la producción gasífera local y las declinantes importaciones de gas natural de Bolivia.
Según el informe elaborado por la Secretaría de Energía para las audiencias públicas de las tarifas gasíferas, durante el período invernal la oferta total será atendida en un 73% por las petroleras domésticas, un 18% con barcos de GNL y el 9% restante con el gas proveniente de los yacimientos bolivianos.
A medidos de enero y cuando aún no se había producido la invasión de Rusia a Ucrania; la conducción de IEASA piloteada por el camporista Agustín Geréz buscó sondear el mercado con la compra testigo de un cargamento de GNL para la terminal de Escobar por el cual debió pagar un valor récord casi tres veces más elevado que el promedio de 2021 y 15% por encima del precio de referencia que se barajaba en esos días.
Esa única carga terminó en manos de la trader Vitol por un precio de u$s27,24 por millón de BTU (MBTU), muy lejos de los u$s8 por MBTU promedio de 2021 y 3,52 dólares más cara que el promedio de u$s23,72 por MBTU que la Secretaría de Energía había calculado pagar por ese suministro.
Los precios del gas, afectados por la guerra en Ucrania
Para las nueve cargas de mayo que están en juego ahora, los funcionarios de Energía estiman que el precio no bajará de los u$s35 por MBTU. En cambio, analistas privados no descartan que el piso de esas cargas oscile entre los u$s40 y 45 por MBTU debido la inestabilidad económica que se registra a nivel mundial tras la sangrienta ocupación rusa del territorio ucraniano.
En los primeros días del avance del ejército de Vladimir Putin, el precio del GNL superó los u$s60 por MBTU y rozó durante algunas jornadas la marca histórica de u$s100 por MBTU. Si bien en la última semana retrocedió a un rango de u$s34/38 por MBTU, nadie se anima a pronosticar un horizonte de precios estable para las 60 cargas de GNL que aún le restan comprar al Gobierno para el período junio-agosto.
El actual y oscilante escenario internacional de los precios del GNL promete extenderse durante varios meses por las mayores demandas que se registran desde China y los países asiáticos y las nuevas compras que se esperan de Alemania y las naciones del norte de Europa ante el agravamiento del conflicto bélico que podría afectar el suministro de gas proveniente de Rusia.
El año pasado las autoridades energéticas destinaron unos u$s1.100 millones para hacer frente al pago de las importaciones de GNL. Para este año, las proyecciones de lo que habrá que desembolsar por los cargamentos de ese combustible oscilan entre los u$s4.500 y u$s6.500 millones.
Un problema adicional y no menor que plantean las compras externas de GNL es la necesidad de contar en tiempo y forma con los dólares que debe proveer el Banco Central para hacer frente a los pagos previos de los cargamentos que arriben a Bahía Blanca y Escobar. Durante el período invernal donde se registran los picos de consumo residencial, IEASA va a requerir entre u$s1.500 y u$s1.800 millones mensuales y cualquier demora en la descarga de los barcos implicará un sobrecosto marítimo y portuario superior a los u$s60.000 diarios.
Proveedores de gas y cambios de rumbos
De los 52 cargamentos de GNL importados el año pasado; 23 fueron provistos por British Petroleum, 11 por la trader holandesa Gunvor y 7 por la francesa Total. A ellas se sumaron las traders holandesa Vitol con 4 barcos y las suizas Trafigura y Glencore con dos cargas cada una. Y completaron la lista de proveedoras con una carga cada una la española Naturgy, Shell y la estadounidense Cheniere.
A las licitaciones de este año se espera que acudan las mismas oferentes con el posible agregado de la italiana Eni y la noruega Statoil.
Un aspecto novedoso que se viene verificando en la comercialización internacional del GNL y que podría generarle un fuerte dolor de cabeza al Gobierno es el redireccionamiento de las cargas que algunos proveedores deciden sobre la hora para ganar más dinero con cada uno de los barcos destinados a las plantas regasificadoras.
Las comercializadoras de commodities y combustibles optan por pagar las multas previstos en los contratos de provisión firmados antes de la invasión rusa a Ucrania para desviar las cargas a otros destinos donde facturan el GNL hasta 6 veces más caro.
Un caso resonante de estas características se registró la semana pasada cuando Eni y Gunvor no pudieron cumplir con las entregas de GNL que tenían pactadas con Pakistán. La suiza Trafigura—que era la encargada de proveer el combustible para tres barcos—resolvió, previo pago de las penalidades estipuladas en el contrato original, cambiar el rumbo de las cargas para obtener una mayor ganancia con la venta del combustible en el mercado spot europeo.
Fuente: iProfesional.com