Versiones de cambios en la Secretaría de Energía, con ascenso jerárquico y terna de candidatos. Las críticas de un think tank al plan de hidrocarburos.
Por Antonio Rossi
A contramano del endurecimiento de la cuarentena y las restricciones para moverse en la región metropolitana, las versiones sobre cambios en el gabinete de Alberto Fernández han vuelto a circular con fuerza y sin tener en cuenta los límites del aislamiento social y económico.
En medio de las encuestas que dan cuenta de un doble descenso registrado en el apoyo y en la imagen que la gente tiene del Gobierno; los posibles remplazos en el equipo ministerial han acaparado en los últimos días la mayor parte de las especulaciones e interrogantes que vienen barajando políticos y empresarios.
Las versiones se vieron reforzadas por los mensajes de la Casa Rosada que plantean un cercano “relanzamiento de la gestión” que se daría con la restructuración de la deuda con los bonistas externos y la puesta en marcha de un plan económico post cuarentena para superar el parate productivo que provocó la pandemia del Covid-19.
Desde hace varios meses, el actual timonel de Energía, el misionero Sergio Lanziani, encabeza la lista de los funcionarios que están a tiro de ser removidos.
Enfrentado con su superior el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas; desprovisto de apoyos internos y sin poder de decisión para resolver los temas de fondo que afectan al sector, Lanziani estaría transitando sus últimas semanas al frente de Energía.
De acuerdo con algunos trascendidos, su salida vendría de la mano de una jerarquización institucional que convertiría a la actual secretaría en un nuevo ministerio. De esa manera, recuperaría el rango que había tenido en los primeros años de la administración macrista, cuando la conducción ministerial del área energética estuvo en manos del exceo de Shell Argentina Juan José Aranguren.
Ya sea para secretario o para el eventual cargo de ministro, entre los empresarios del sector suenan los nombres de tres posibles sucesores de Lanziani que están siendo fogoneados desde el entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner y el Instituto Patria.
El primer candidato, que no ha ocultado sus intenciones de convertirse en la máxima autoridad del área, es el actual interventor del Enargas, Federico Bernal.
El segundo postulante que estaría en las gateras es el exjefe de Gabinete y actual interventor de Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, Aníbal Fernández.
Y el tercero que entró a tallar en los últimos días es Nicolás Arceo, exintegrante del gabinete económico nacional que encabezó Axel Kicillof y exvicepresidente de Administración y Finanzas de YPF. La llegada de Arceo estaría impulsada por el extimonel de la petrolera y actual presidente de la petrolera Vista Oil & Gas, Miguel Galuccio, quien se ha convertido en uno de los principales asesores de temas energéticos de CFK.
FUEGO AMIGO. El Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO) es un centro de estudios que agrupa a especialistas, académicos y exrreguladores que tienen como objetivo “la construcción de un sistema energético soberano que ponga la energía al servicio de la población y la Nación”.
Tras haber participado durante la campaña electoral en la elaboración de los planes de gobierno del Frente de Todos, el IESO mantuvo inicialmente una postura de acompañamiento a la administración de Alberto Fernández.
Transcurridos los primeros seis meses de gestión, el think tank energético salió a plantear sus primeros cuestionamientos a la política de hidrocarburos que lleva adelante el ministerio comandado por Kulfas.
En el documento de trabajo difundido en los últimos días, el IESO advirtió que YPF “debe concentrar todos los esfuerzos en la exploración y explotación en todas las cuencas, maximizando su experiencia y la de la industria y tecnología nacional”.
En cuanto al rol del Estado, el documento plantea que en su posición de propietario mayoritario de la empresa tiene que “aportar lo necesario para lograr esos objetivos de YPF en lugar de subsidiar al empresariado nacional y extranjero que hace un uso extorsivo de sus capacidades de inversión”.
En cuanto a la nueva versión del “Plan Gas” que la cartera de Desarrollo Productivo quiere implementar para estimular la producción gasífera, el IESO alertó que el esquema en danza de cuatro años de subsidios resulta “exagerado y desproporcionado ante la realidad cambiante de nuestra economía”.
Según el análisis del centro de estudios, el programa de incentivos que Kulfas quiere acordar con las productoras de gas tiene cuatro puntos negativos clave:
-El precio sostén de 3,50 dólares por millón de BTU es más que suficiente para explotaciones no convencionales y realmente excesivo para las empresas que tienen explotaciones tradicionales.
-Al mantenerse los valores en dólares se incumple la promesa electoral de desdolarizar las tarifas.
-El estímulo previsto para llegar al precio sostén implica trasladar al Tesoro el pago de un nuevo e importante subsidio que estará atado a la variable del dólar en un momento en que el país busca estabilizar la economía y organizar su crecimiento fortaleciendo la moneda nacional.
-El incentivo otorgado a las gasíferas no tiene contrapartidas reales y concretas que beneficien a las pymes y a los proveedores locales de servicios y tecnología.
Nota Editada en Letra P